Por J. González Costilla
Según las encuestas más recientes, si las elecciones fueran el próximo domingo, la oposición se alzaría con un triunfo en primera vuelta ante la mejor fórmula que pudiera presentar el Frente de Todos.
Teniendo en cuenta los datos estadísticos es lógico que los dirigentes que mejor miden en el espacio Juntos por el Cambio (JxC) intenten imponer su candidatura, si bien ésta es una interna poderosa es mucho más ordenada que las fisuras que está mostrando el espacio oficialista, donde las principales figuras políticas han mostrado posturas que rozan las escisiones permanentes. Ahora bien, ¿cuál es el factor que ordena la interna de JxC y mantiene la armonía entre dirigentes bien posicionados electoralmente y de conocido temperamento efervescente, como es el caso de la presidente del Pro y ex ministra de Seguridad, Patricia Bullrich? ¿Qué motiva a que el actual Jefe de Gobierno de CABA, Horacio Rodríguez Larreta, mantenga una postura cautelosa, postura que es compartida por la ex gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal?
En ese contexto, tal vez el más audaz en la confrontación de esta particular interna haya sido el actual gobernador, sin posibilidad de reelección, de la provincia de Jujuy, Gerardo Morales, que se animó a jubilar a Mauricio Macri de la competencia presidencial en declaraciones recientes, pero que luego salió a bajar inmediatamente los niveles de la confrontación.
La teoría conspirativa
Cada uno de los dirigentes mencionados, algunos más otros menos, cuentan con una importante base electoral y una estructura propia, aunque tal vez la más floja en este último punto sea la diputada María Eugenia Vidal. No obstante, a pesar de los atributos electorales de los dirigentes nombrados y del reciente fracaso del Gobierno del ex presidente Mauricio Macri, la interna de la coalición de JxC parece ir por los carriles que le convienen al ex presidente.
Si analizamos de forma somera la imagen que dejó el gobierno del ingeniero Macri, observamos que su gestión, entre otras cuestiones, quedó signada, por un lado, como «tomadores de deuda compulsivos» (esta idea quedó instalada fuertemente y fue reconocida por el propio ex presidente); y por otro, su gestión quedó firmemente vinculada con el espionaje ilegal.
Esto último es lo que puntualmente nos interesa analizar. Según lo trascendido, las escuchas y la inteligencia no se hicieron sólo sobre elementos contrarios al gobierno o a su coalición política, sino que se realizaron de manera inexplicable sobre propios y extraños; recordemos que en esta causa actuaron como querellantes la diputada María Eugenia Vidal y el Jefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta, entre otros.
Este hecho inexplicable de espiar a los propios, en este reciente contexto y a estas alturas, ya no parece tan inexplicable. En ciencias políticas se reconoce por ejemplo a la religión, como un aparato ideológico del Estado, y en particular, uno de sus elementos, el secreto de confesión, que puede actuar como disciplinador social o como ordenador de los actores políticos dentro de una coalición electoral.
Siempre las estructuras opacas tienen ventaja sobre las estructuras que han sido transparentadas, con esto quiero decir que el trabajo de inteligencia realizado por el ex presidente le servirá para disciplinar a su tropa y alinearlas detrás de su candidatura. El ex presidente Macri ha demostrado tener vocación por el espionaje y hay que reconocer que en estos tiempos de ética tan liviana, hechos como éstos, son naturalizados y utilizados en todas partes. En fin, siguiendo la lógica de esta opinión, la interna «ordenada” de Juntos por el Cambio no es más que una puesta en escena con un resultado ya definido: Macri 2023.