El producto combate los hongos de forma biológica. Realizaron pruebas en una citrícola y obtuvieron 90% de efectividad en la conservación de la fruta.
Mientras Estados Unidos abre las puertas para los limones
argentinos, investigadores de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) exploran
alternativas ecológicas para controlar los hongos que afectan su producción. Nuestro
país es el principal productor mundial de la fruta y las citrícolas tucumanas
lideran la exportación nacional.
El uso de fungicidas sintéticos presenta desventajas, como
la aparición de cepas resistentes y además pueden constituir un riesgo tanto
para el medio ambiente como para la salud humana. Por otra parte existen
restricciones del mercado internacional en cuanto a la cantidad de residuos
químicos permitidos en las frutas. Finalmente, la demanda de productos
orgánicos por parte de los consumidores está en constante crecimiento.
El equipo tucumano desarrolla levaduras “killer” que
destruyen los hongos de la fruta poscosecha. Las enfermedades más comunes y
severas son el moho verde y el moho azul, causados por Penicillium digitatum y
Penicillium italicum, que ingresan al fruto por las heridas que se producen en
su piel.
Las levaduras “killer” son extraídas de la superficie de los
limones, de las hojas o del líquido del lavado de la fruta. Es decir que la
cura de la enfermedad, en este caso, proviene del mismo cítrico; es parte de su
flora microbiana. El equipo analizó 400 levaduras diferentes y se quedaron con
las tres cepas que dieron los mejores resultados: Pichia, Clavispora y Cándida.
El estudio fue publicado recientemente en la prestigiosa revista científica
Plos One.
Los investigadores analizaron el estado de los limones que
tenían una infección provocada por ellos mismos. Los dividieron en dos grupos:
uno de experimentación (donde aplicaron la levadura) y otro de control. A los
diez días observaron que los limones del segundo grupo se infectaban
completamente, por el contrario los limones protegidos llegaban en buenas
condiciones, hasta el 90% del total.
El doctor en Ciencias Biológicas y docente de la Facultad de
Bioquímica, Química y Farmacia de la UNT Julián Dib encabeza la investigación. Integran
el equipo Julia Pérez Ibarreche, tesista de la Licenciatura en Biotecnología y
Ana Sofía Isas, biotecnóloga. Los tres se desempeñan en la Planta Piloto de
Procesos Industriales Microbiológicos (PROIMI) que depende del Conicet.
El PROIMI firmó un convenio de cooperación con la citrícola San
Miguel (ubicada en Tucumán), la más importante del país en cuanto al volumen y a
la variedad de su producción, que abarca desde el cultivo hasta la
comercialización de limones frescos. Los investigadores probaron el producto en
la citrícola en más de 3.000 limones, en diferentes etapas (al principio de la
cosecha, a la mitad y al final).
Forma de aplicación
Por ahora la forma de utilizar el producto consiste en
disolverlo en agua, en baldes de 10 litros, dónde se sumergen los limones en
rejillas. Dib señaló que pretenden volver más ágil su uso durante el proceso de
empaque. “Podemos aplicar la levadura en los grandes piletones durante el
tratamiento que reciben con hipoclorito y carbonato. En ese momento se limpia,
se encera y se selecciona la fruta por tamaño, color y requerimiento de mercado”,
puntualizó.
Pérez Ibarreche afirmó: “lo bueno de trabajar con la
citrícola es tener gran escala y trabajar en las condiciones que requiere la
industria. Ellos quieren exportar el limón y el producto se piensa para la
producción orgánica requerida por los mercados internacionales”.
Los últimos ensayos que realizó la tesista apuntaron a la
exportación, teniendo en cuenta que los limones tardan unos 40 días en llegar a
países de la Unión Europea o a Rusia, trasladados vía marítima, en conteiners
en frío. Probaron la levadura durante esa cantidad de días a una temperatura de
entre 7º y 8º C. “Al principio se infectaron los primeros limones,
que son muy pocos en relación al total, y de ahí se mantuvo el efecto durante
todo el lapso. Más del 90% no se infectó”, aseguró la investigadora.
Producir en grandes
cantidades
Dib mencionó que el desafío actual es elaborar el producto
en grandes cantidades. “Tenemos que estudiar las condiciones óptimas para su
comercialización y para conseguirlo necesitamos el apoyo de la industria”,
opinó. El equipo aspira a procesar la levadura, almacenarla en bidones y que las
industrias locales puedan utilizarla.
La investigación está financiada por el Conicet; la parte
práctica se realiza en la citrícola -que aporta materiales e insumos-, y reciben
la cooperación de la Universidad Tecnológica de Malasia que está interesada en
el producto. El científico tucumano explicó que sus colegas malasios quieren
aplicar las levaduras “killer” para combatir los hongos de la fruta del dragón,
planta que tiene valor comercial para ellos.
El sector productivo
Jacqueline Ramallo, ingeniera agrónoma y magister en Producción,
responsable de Fitopatología y Biotecnología de la citrícola San Miguel, calificó
esta línea de investigación como muy valiosa. Aseguró que la conservación de
frutas en poscosecha irá indefectiblemente a productos que no dejen residuos. “Esto
es una tendencia creciente a nivel mundial”, enfatizó.
Señaló: “el control de patógenos con productos biológicos
(en este caso levaduras) es promisorio, aunque no tiene la efectividad de un
producto de síntesis. Falta llevarlo a escala semicomercial y comercial”.
Ramallo está convencida de que el camino es el trabajo
conjunto de investigadores y empresas privadas donde cada parte aporte sus
fortalezas. “No tiene sentido un sistema de investigación que trabaje ajeno a
las necesidades del medio productivo”, concluyó.
Fuente : http://www.noticiasunt.com.ar/noticias/131306/cientificos-tucumanos-utilizan-levaduras-limones-como-alternativa-agroquimicos